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GARAL-CUBA

Churchill vaticinó fracaso de España por dominar a Cuba

Churchill vaticinó fracaso de España por dominar a Cuba

Por Raúl I. García Álvarez

Sancti Spíritus, Cuba. Winston Leonard Spencer Churchill (1874-1965) durante su permanencia en Cuba como oficial del IV Regimiento de Húsares del Ejército de su majestad británica vaticinó que la guerra emprendida por España contra los mambises cubanos no iba ser fácil ni a corto plazo. Esa es una de las revelaciones que dejó la conferencia impartida por la licenciada en Relaciones Internacionales Lourdes María Méndez Vargas en la Sociedad Cultural José Martí de la villa de Sancti Spiritus, Monumento Nacional, al centro de la Isla. Expuso la espirituana residente en La Habana que Churchill con apenas 21 años inició esta aventura por voluntad propia en 1895 junto a Reginald Barnes, asignados por el Capitán General de España en Cuba, Arsenio Martínez Campos, a la columna reforzada del coronel Suárez Valdés, que marchaba en dirección a Sancti Spíritus. Méndez Vargas analizó que el fresco gendarme reseñó: No creíamos que los españoles llevasen su guerra en Cuba a un rápido final, al valorar lo que acontecía en la iniciada Guerra de Independencia que llevó a la manigua a blancos, negros y mestizos. Resaltó otros hechos poco conocidos de la estancia de Churchill en Sancti Spíritus y en la zona de Arroyo Blanco, próximo a Jatibonico, en los días cruciales de la invasión del Ejército Libertador cubano al Occidente de la isla. Desde el 30 noviembre de 1895, día en que Churchill cumplía 21 años y hasta el 2 de diciembre, las huestes españolas estuvieron al alcance de los fusiles de cerca de cuatro mil 500 mambises al mando de los generales Máximo Gómez, Antonio Maceo y Serafín Sánchez Valdivia. En esos momentos en La Reforma se ultimaban precisiones para emprender la Invasión a Occidente. En este escenario, Churchill recibe el bautismo de fuego. Para la investigadora, si el general español Valdés no hubiera pecado de precavido cuando tuvo a los cubanos a tiro de fusil y si el propósito de los insurrectos hubiera sido enfrentar a las tropas colonialistas, Churchill muy probablemente hubiera muerto allí y la historia de Inglaterra y de Europa hubiera sido otra. Entre las motivaciones de Méndez Vargas para esta investigación figuró el haber encontrado en la Enciclopedia Colaborativa Cubana (ECURED) un texto según el cual Churchill afirmaba haber almorzó con el General en jefe del Ejército Libertador, Máximo Gómez, en la casa comunal de Arroyo Blanco. Si eso hubiera sido así, ese mismo día se hubiese acabado la guerra, pues aquella era una aldea fortificada española, como escribió el propio joven ingles, afirma la estudiosa. En noviembre llegan Churchill y Barnes vía marítima de España a La Habana y continúan en tren hasta Santa Clara. Aquí Martínez Campos los remite al Estado Mayor de la columna del general Suárez Valdés. El periódico The Daily Graphic financió su viaje a cambio de que escribiera artículos sobre lo que viera. Los dos noveles militares británicos viajan en tren hasta Cienfuegos y por mar hasta Tunas de Zaza, para dirigirse por ferrocarril a Sancti Spíritus, donde pudieron permanecer un día -el 24 ó 25 de noviembre del 1895- para partir luego al encuentro con el general español en Arroyo Blanco. Algunos historiadores reseñan que fue el día de su cumpleaños cuando la pólvora mambisa castigó a la tropa española. Se dice que una bala falló, al pasar a sólo un pie de su cabeza y matar al caballo que seguía al suyo. Acerca de esto subrayó Churchill: Comencé a adoptar una posición más analítica de nuestra empresa que la que había tenido hasta el momento. Lo que se necesitaba, escribió, era una Cuba libre y próspera bajo una administración patriótica que abriera sus puertas al comercio con el mundo, que cambiara los habanos por el algodón de Lancashire y el azúcar de Matanzas por los aceros de Sheffield. Aquí, casi a la partida para Estados Unidos, el futuro Primer Lord del Almirantazgo y Primer Ministro del Imperio Británico ratifica que España ha perdido su partida con los cubanos levantados en arma. Tardaría más de medio siglo en regresar a Cuba, el primero de febrero de 1946. En compañía de Lady Churchill y su hija Sarah, disfrutó una semana de paseo, natación y pintura, entonces con su seudónimo artístico: Charles Morin.

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